La Espera

Y el tiempo pasa, se recoje sobre mis párpados y sobre mis labios, me agota los brazos y las manos, y me duerme las piernas.

Y todos pasan, miran, observan y recogen un pedazo de mi, un pequeño trozo de mi imagen guardada por algunos segundos en sus mentes, intentanto asociarla con recuerdos que nunca han ocurrido, y se marchan, se van y dejan pasar la imagen desteñida a una imagen borrosa, sin luz, sin aire, sin vida.

Y yo los miro a todos, intentando volver a la realidad, despertar del sueño de ver tanta gente pasar, tantas caras, tantos rostros, tantas imágenes, tantos paisajes y alguno que otro recuerdo. Intento no volcarme sobre ellos como grito de desesperación y de angustia, porque la espera es larga.

Y siguen pasando y yo esperando, esperando que mi vida se desenvuelva sobre la tuya, se desarme frente a tus ojos, se fume en tu boca y se inhale en tu sonrisa. Esperar, siempre ha sido igual.

Y no es la espera en si lo que me molesta, sino el tener que esperar solo, desprotegido, sintiendo miedo cada vez que tomo un pedazo de algo y lo guardo, lo hago tan mio, tan intimo, tan frio, que se termina destruyendo, y yo colapso frente al evento. La espera de la eterna soledad en la agonía frente al espejo, frente al mundo de oportunidades que hay que tomar, esa espera me aterra.


Ya he esperado (y bastante), y no quiero esperar más, quiero salir a bailar, a gritar, a expresarme, a moverme y a sentir, a querer, a marginar y a discriminar, a extenderme y a olvidarme, a extenderme y a desgarrarme, violarme, usarme y rasgarme sobre las noches, sobre los días, sobre los cuerpos y sus mentiras, verdades, confidencias, angustias, tristezas, dolores, alegrias....


Tanto por esperar, tanto para ver....



La espera, fue y será, parte... algo más, un juego... lo entiendo, una oportunidad... lo entiendo, el tiempo... lo entiendo.


La espera... la entiendo.