Saturday, February 17

Carta a mi habitación desordenada

Me deshago mientras tú, con tus paredes azules me encierras los ojos, entristecidos por el abandono del aire, que me atrapa dentro de las luces de colores, flashes sobre mis ojos ya cansados de mirar la pantalla y de abrazar cada nota con esos pequeños parlantes sobre el mueble oculto por el negro de la pintura, por los rasguños, y los toques con los lápices sobre su piel.

Me ahogo mientras las sábanas se esconden en mis pies, y se arrugan entre mis piernas, y se van de mi cara, se caen al suelo esperando re-armarse en otra cama que nunca existirá, en el espacio que falta para que yo pueda amar, y amarme de noche sobre mi cuerpo desnudo, debajo del cielo que me sonríe antes de apagar la luz.

Me inhalo sobre el rostro de tu puerta, manchada con estampas de ángeles devastados por el sudor mañanero de tu ventana, que se esconde tras las cortinas de colores, tras mis pastillas sobre el velador, y tras el insecto rojo hundido en el alfombrado vinagroso de las pisadas.

Me encuentro, como todos los días, sofocado en tu dulzor de soledad, oculto de la realidad que me grita sobre el pecho, y me lo ahoga en mi boca.

Me salvas, de lo exterior.


Yo

Thursday, February 1

La noche esconde

Al entreabrirse la puerta, pude ver la silueta de tu cuerpo como un flash sobre mis ojos, dejando a su paso el claro luminoso de la noche, directo sobre mi cara, entre tapado por algunas ramas de árboles perdidos en la calle. Mi cabeza se inundo de una pregunta al ver la luna escondida tras los brazos de la naturaleza. Si la noche me esconde, ¿quién, entonces, esconde a la noche?


Quizá nadie deba esconderla, ni huirla, ni correrla, sólo deba estar allí para ocultar; para ocultar el deseo de los niños embriagados del seudo-amor, como alguna vez lo hizo conmigo, y con mi gran apetito de saborear la ciudad entera. Y, entonces, comencé a recordar aquellos pasos sobre mi cuerpo, los que me marcaba con agujas y fuego, y con un aroma ligero a amor, el que se evaporaba al llegar al éxtasis. Comencé a recorrer mis labios con los de tantos conocidos y no conocidos, recordados y no recordados, incluso, con los cuales nunca pude oler el aroma de su piel, ni el de su pequeño corazón. Y mientras más recordaba, más me embriagaba en el sueño de volver a estar allí, deseando como púber el estar rodeado de la frivolidad, estando estático frente al suceso, sin tomar el peso emocional, ni si quiera para llorar luego en mi cama, celoso de su almohada, celoso de su cama. Me embriagaba cada vez más al recordar sus nombres, y las noches, y la siempre oscuridad que nos envolvía sobre los besos cómplices de nuestra sexualidad. Hasta que como un flash sobre mis ojos, pude ver la silueta de tu cuerpo.


Se cerraba la puerta de tu pieza, y te acostabas al lado mío ya desnudo, y el licor del recuerdo sobre mi cuerpo se disipaba, y te agradecí el no haber desaparecido, porque me hubiera ahogado en mi memoria. Ahora me embriagaba tu amor, y el corazón se sentía más calientito, más acogido, y aún celoso de tu almohada y de tu cama, caí en sueño, con tu brazo rodeando mi cuerpo, abrazándome y salvándome de no volver a desear a alguien que no fueses tú.

 
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