Sunday, April 13

This need for you
Is a recurring theme in my life




El frio nos encontraba en cada esquina, simulando las escenas del pasado que dejamos de olvidar. Nos encontraba para que nuestras manos huyeran las unas de las otras, se escondieran bajo las ropas y descansaran sus ansias de encontrarse después del tiempo. Todo ese frio nos ahogaba las gargantas, nos miraba las palabras y las dejaba atascadas, una tras otra en el nudo agotador que se formaba al intentar esparcirlas por el aire. Todo era inútil, el silencio se confundía con el desnudar de nuestros ojos. El silencio dispersaba nuestra historia. Todo estaba perdido.

Las sonrisas dejaban descansar la fatiga del recorrido. El cansancio de nuestras bocas sobre la noche y el sopor de nuestras lenguas se hacía cada vez más evidente. Estaba claro que el frio no nos dejaría escapar, no podríamos correr ni avanzar, no podríamos atravesarnos las heridas para intentar, una vez más, hundirnos en el otro e intentar encontrar las manos y alejarlas del letargo que asechaba lentamente sobre nuestra piel.

Eran los bordes, todas esas esquinas, todos esos límites los que nos sofocaban de entrada a nuestra boca; el paladar hundía las esperanzas, las reposaba sobre la lengua y las ingería lento para vomitarlas e intentar nuevamente no-solucionar nuestra historia. Era nuestra historia la que se confundía con la piel, con el frio que la ahogaba y con las manos escondidas bajo todo nuestro andar.

Era el frio el que asechaba, nos golpeaba los cuerpos y nos hacía perder. Era ese frio que dejamos de sentir, cuando nuestras manos se encontraron sobre el silencio y desnudaron por primera vez nuestra piel.

Nuestras bocas se abrían, expulsaban el aire, dejaban entre ver nuestras ganas de olvidar; dejar atrás ese frio inmenso, agotador, cansador, que hundía su definición en la tierra, se escondía y escapaba de todo nuestro cuerpo.

Los bordes los recorríamos, allí, juntos, uno al lado del otro, desnudando nuestras manos, juntas, deseando que se abrieran y se entrelazasen con los recuerdos, con el pasado, con nuestra piel y sus heridas, dejando que se hundan cada vez más en lo que será, en lo que va a ser, en todo aquello que el cansancio no pueda tocar. Aún cuando el tiempo nos agote, aún cuando el recorrido sea más extenso que antes, aún cuando todos esos impedimentos que nos perturban el paladar y atascan nuestra lengua bajo él nos posicione el frio en nuestro cuerpo, nosotros sabremos ganar.

Era el frio el que dejamos ir, el que desterramos de todo nuestro silencio, para dejarlo hundirse en cada esquina, de esas que no vamos a recorrer jamás.

Thursday, April 3

a veces olvidamos


nuestras heridas.





a veces olvidamos


que tenemos que caer.

 
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