Sólo palabras

Inscritas en papel, se penetran las letras al abrirse paso por la tinta al anochecer. Se agitan las letras, una a una sobre el recorrido macabro de sus sabores, de sus significados más escondidos. Ese doble sentido que inscriben sus cuerpos se hace cada vez más tentador al mirarse las caras, las facciones, los errores.

Inscritas en papel, se tiemblan las letras al escribirte la piel y sus bordes, tus sudores cuando me abrazas y tus celos cuando no lo haces; el tentador camino del aire por sobre mis labios, y el que nos une, y el que nos lleva a abrigarnos la noche sobre las sábanas. Las letras se esconden al aparecer tus cabellos sobre el papel, sobre el albo imaginario creciente, y se arrugan las voces de sus afectos en mis venas, en mis músculos retorcidos por el amor, por el fervor de verte más de una, dos o tres veces partir con tus pies a rumbo desconocido.

Inscritas en papel, se nublan las letras al oprimirlas contra el pliego húmedo de lágrimas, contra el sudado recordatorio del sol junto a las sonrisas, y se borran; la tinta se esparce por mis brazos esperando abrazar las notas de sus musicales dedos.

Hoy no termino de escuchar tu piel chocando con los aromas, las hojas y el viento de verano.

Hoy, es como si inundado de pequeños recuerdos este pedazo de papel se deshiciera entre mis palabras que alzo, que repito y que intento no esconder de la realidad, estas palabras que recuerdan, y únicamente recuerdan lo que fue y lo que podría haber sido.

Todo esto es una mentira

Todo esto es una mentira. Toda mi vida ha sido una mentira. Mis hijos son una mentira, al igual que tu partida. Tú no eres el que se va hoy, tú no me dejas para partir con otra. No eres tu el que se lleva su ropa y sus cosas, porque todo es una mentira. Todo es tan cruel que no es la realidad, no es un pedazo de verdad todo este hecho. Todo es una mentira.

No te vas porque no dejo que te vayas y te retengo en mi corazón, y me duele, pero no importa, no importa si duele porque es una mentira. No te vas de mis brazos con otra porque no puedes ni tenerte a ti mismo, sólo porque yo soy la única que te tiene. Soy la única, aunque eso también sea mentira.

Todo esto, es una mentira. Nuestros hijos no te extrañarán y no pedirán a gritos que vuelvas a esta casa, conmigo, a mis brazos, a mi piel, a mi amor. Ni nuestros hijos ni yo te pediremos a gritos que vuelvas con nosotros, a compartir lo que nos queda, a compartir lo que aún nos queda. Y todo, todo eso también es una mentira.

Mi vida ha sido una mentira, tu en ella has sido una mentira, tu presencia ha sido una mentira, tu calor ha sido una mentira, tus pocas lágrimas han sido una mentira, tu recuerdo es una mentira y mi llanto también es una mentira, porque aunque nuestros hijos me insisten que no te llore más, yo les digo que eso es mentira, que yo no lloro por ti, porque no te has ido y no te irás, aunque sea mentira.

Todo esto es una mentira. Toda mi vida ha sido una mentira, y todo lo que me queda será una verdadera mentira. No te irás de mi lado porque todo es mentira.

Todo esto es una mentira, aunque tenga que creer que tú también lo eras, lo eres y lo serás.

Instrucciones para besarte en público

Tiene que ser posible el encuentro de tu cuerpo y el mío sobre una calle poblada, caminando los dos mirando el rostro de todos los personajes que se cruzan al paso.

Primero, deben existir unas miradas cómplices entre nosotros, entre todos los rostros ajenos que van a estar observándonos mientras lo hacemos. Luego debemos reír, cada uno en su lugar, sin razón alguna, debemos reír despacio para que la gente no nos mire demasiado. Después debemos acercarnos de a poco, intentando que la gente no se de cuenta de la aproximación de nuestros cuerpos. Lentamente nos mezclamos con sus figuras, nos hacemos participes de ellos para no interrumpir su caminar y vamos entremezclándonos con sus pasos, su rapidez en la calle.

En este punto se debe tensar el aire que respiramos, y un miedo abrumador debe atravesar nuestros cuerpos mientras nos aproximamos. Para cuando ya estamos lo suficientemente cerca como para mirarnos sin desviar la mirada a otro, comenzamos a temblar despacio, sintiendo como nuestras piernas pierden poder al paso. Luego debemos mirar en varias direcciones dejándonos llevar por el pánico a mostrarnos frente a toda la muchedumbre; debemos desviar las miradas, aún así debemos seguir jugando con ellas, entre nosotros.

Finalmente cuando estamos bastante cerca y el miedo ya nos ahoga de tanto perder nuestra vista, debemos dejar de caminar. Parar el paso al mismo tiempo y mirarnos fijamente, dejar que la gente pase a nuestros lados, dejar que sus miradas nos abriguen y debemos tomar nuestras manos, apretarlas suavemente. Ahora las miradas de la gente se harán más directas. Se debe dejar que no interrumpan nuestra vista en los ojos del otro. Luego de tomarnos las manos debemos hacer que el aire entre nosotros se reduzca cada vez más. Nos lamemos los labios mientras nos vamos acercando y sonreímos (la sonrisa debe permitirse para liberar un poco de miedo y tensión). Después de aproximarnos como para que los labios rocen, abrimos nuestras bocas dejando entrever nuestros dientes y nuestra lengua, sacando esta última de a poco, dejando que el aire la enfríe mientras nuestras manos comienzan a temblar. Debemos sentir el sacudir de cada uno a través de los dedos.

Al estar las lenguas afuera, debemos juntarlas al igual que nuestros labios. Debemos cerrar los ojos sin tomar en cuenta el halo de gente que se ha formado a nuestro alrededor. Debeos dejar de escuchar las palabras de la gente sobre nosotros y comenzar a rozar nuestros labios y meter nuestras lenguas en la boca del otro. Besarnos y dejar que nadie interrumpa.

Luego de un tiempo debido, debemos abrir los ojos, separarnos y seguir caminando. El miedo nos debe invadir el cuerpo, sofocarnos e incluso ahogarnos, debemos mirar a todos lados sintiéndonos observados, debemos separar nuestras manos y volver al punto inicial, donde nuestros cuerpos se hundían en la distancia y nuestras miradas golpeaban los rostros ajenos.