Sunday, December 31

Año Nuevo

Me levante de mi cama, ya marcada con mi olor de no haber si quiera levantado un dedo desde que desperté, y camine a la ducha, abrí el agua caliente y un poco la helada, espere que tomaran cierta temperatura las gotas que caían sobre mi cabeza ya remojada dentro de la tina, y cuando alcanzó el punto exacto entre caliente-helada, metí mi cuerpo entero e intente dejar que el agua se llevara todo aquello que me causaba algo de tristeza, y que me mantenía aún en estado de letargo frente a la víspera, tan deseada, de año nuevo.


-Van a venir tus dos abuelas, tu tía, tu prima, y con tu hermana y tu, vamos a cenar todos y después a ver los fuegos artificiales en la T.V. –me había dicho mi madre días antes, y el hecho de imaginar eso me hacia caerme en un asco profundo, pensando en el archivo familiar que iba quedando, en su poca tristeza que nos ahogaba a todos, y en la mía que me ahogaba a mi aún más. Y cuando me dijo eso, pensé en escapar de aquel escenario seudo-feliz en donde comeríamos hasta que nuestra boca se tapase, y escucharíamos el sonido de los fuegos artificiales reventando en el cielo hasta que nuestro asombro tapase sus figuras iluminadas, y a mi eso, ciertamente, ya no me parecía atractivo. Deseaba más, tener más, hacer más, y quizás no más, pero diferente, deseaba salir a la calle a gritarle al mundo que un nuevo año comenzaba, o despegarme de mi familia y salir con amigos a celebrar las doce que marcaban el inicio de una nueva historia en el archivo mental, sin embargo la tradición es la que siempre gana la guerra, y junto con eso, en mi caso, los sentimientos también me ataban a mi casa, a mi pereza de cambiar la rutina, e ir volando a otros lugares a celebrar con champaña el tan deseado cambio de año, el esperado por muchos para empezar nuevas ideas, vidas, romances, lo que para mi, era simplemente una celebración a la felicidad en pareja, y tristeza en familia.


Luego de ducharme, voy a mi pieza a vestirme, con el ventilador encendido ya que el calor es más que insoportable, es inaguantable, y me dan ganas de no vestirme, ni de peinarme, ni de echarme desodorante, ni de arreglarme, ni de salir de mi pieza, pero debía hacerlo, y lo hice. Me vestí con una camisa a rayas, y unos jeans gastados, mi tenida perfecta de hoy en día para estas ocasiones, y en realidad la misma que había utilizado para navidad. Ya ni vestirme me sorprendía, ni impresionar me hacia querer salir de mi pieza, ya era todo igual con mi familia, y eso me estaba comiendo de a poco, y me comía mientras me vestía. Decidí seguir una de las tantas cábalas para año nuevo, y no sabía si era para año nuevo, o matrimonio, o navidad, o cumpleaños, o de las tantas celebraciones que puedan existir, pero igual lo hice: algo nuevo, algo usado, y algo prestado (¿o era algo regalado también?). Me puse mi camisa a rayas: algo usado, mis zapatillas nuevas: algo nuevo, y la pulsera con puntas que se le había quedado en mi casa a mi pololo: algo prestado (luego de que se dio cuenta de que se le había quedado me dijo que me la prestaba, así que creo que cuenta como prestado). Dudé varías veces antes de salir de mi pieza porque no quería enfrentarme a la realidad de mi casa, ni siquiera a mi realidad frente a mi casa. Tenía un caos en mi cabeza, y no podía pensar claramente en lo que estaba ocurriendo, ni lo que podía ocurrir, que era casi obvio.


Al salir de mi pieza, me sorprendió el ver el comedor arreglado, lleno de adornos extravagantes y, casi frívolos. La televisión resaltaba en el living, esperando a ser encendida con los fuegos artificiales, y la cocina estaba llena de comida, llena de futuros bolos alimenticios, y mi mente no dejaba de proyectar un caos frente al escenario comestible, y me dieron nauseas, por el adorno, la pantalla de la televisión, y claro, la comida. Mi hermana también estaba allí leyendo una revista (seguro era una de las más fomes que hay en mi casa, si es que hay), y me queda mirando, algo extrañada al ver que por fin salí de mi habitación, y me saludó, y me hizo de esas típicas bromas pesadas, que suelen ser pesadeces escondidas tras palabras que no intentan herirte, sino hacerte ver lo pesada que son y hacerte odiar a la persona que las dice; mi hermana es experta en eso, y yo sólo me di media vuelta y caminé a encerrarme, a esconderme tras la tragedia de ver a mi familia reunida.


La cena resultó ser como esperaba, todos ahogados en su champaña de tristezas, y todos hundidos en cada una de las burbujas que aparecían y se disolvían al ver el exterior, y ya deseando no estar más allí, después del abrazo del nuevo año, le pedí a mi mamá que me fuera a dejar lo más cerca de la casa de mi pololo, para ir a celebrar, y a celebrar de verdad. Me fue a dejar junto a mi familia, que de paso fue a dejar también, y ya en la micro, pude respirar sin tener que hundir el pecho por aguantarme el descaro de enfrentarme a todos y recitarles un discurso crudo sobre sus vidas, y mi vida con ellos; pude respirar, y ver lo que podría ser una celebración digna de año nuevo.

Tuesday, December 19

The End of the Line

Ya quedaba nadie en la habitación, sólo él, tirado sobre la cama, agotado ya de tanto demostrar su amor, cansado de jadear una, dos y tres veces pidiendo más y más por amor, por cariño, por tener que sentir algo que quizás jamás nunca volverá a sentir. Y estaba allí, a punto de llorar, a punto de gritar, tirado sobre la cama, esperando a que su cigarro se acabara sobre sus labios, esperando que las luces de neón fuera del cuarto se apagaran y, sabiendo que eso nunca ocurriría, esperó. Se quedo allí, fumando, consumiéndose, esfumándose y aniquilándose lentamente mientras sus suspiros no llegaban a nadie. Nadie que lo escuchara suplicar por amor, por una llamada, por una visita, por alguna mirada perdida entre la gente, aunque fuese un susurro, una pequeña insinuación en su vientre, en su espalda, en sus ojos.


Ya cansado de esperar, se levanto a ducharse, a quemar por fin ese molesto cigarrillo que inundaba su boca de nicotina pegada a su saliva, pegada a sus dedos, a su aroma, a su pelo, a su aquello y a todo su cuerpo; y la ducha lavo tiernamente su desgastado cuerpo, sin embargo no logro calmar su fervor por el tan deseado amor, por el aún no satisfecho amor que desprendían todos sus pelos, y tembló, y volvió a sacudirse como si el agua hubiese estado helada, como si hubiese estado tan caliente que nadie podría haberla soportado, y quizás así fue, pero el lo intentó, y se quedó bajo el agua hirviendo a esperar a que se le pasara esa picazón, ese dolor, ese fervor, ese rojo en su piel, en su cara, en sus ojos y en su corazón.


Y así llegó, al final de su línea, de su vida, de sus luces de neón apagadas en el cenicero de su cigarro hundido en las aguas de su pecho aún buscando más gotas de amor.

Saturday, December 16

Pistolas Púber

Y éramos tres, cobijados por la noche púber de la pequeña plaza del barrio, escondidos detrás de los arbustos intentando imaginarnos guerreros tras las pistolas de plástico que nuestras madres nos compraban.

Yo detrás del arbusto más alto para esconder mi cuerpo, y mi gran metralleta. Detrás del más pequeño estaba Andrés, tirado en el piso intentando apuntar entre las ramas. Y en la nada, en el medio del campo de batalla estaba Matías, quien se tapaba la cara y entre sus dedos nos miraba de reojo para saber a cual de los dos apuntar.

Estábamos listos para el combate, y bajo ese cielo estrellado nos lanzamos sin dudar a aniquilar al otro.

Yo salí corriendo a buscar a Andrés, quien escapo al verse hundido por mi metralleta. Y ya detrás de él, apuntando a su espalda, lo tumbé con un disparo al suelo nuevamente, e insistía disparándole continuamente, seguía con mi arma hasta que balas ya no quedaban, y Matías gritaba mirando el escenario cruel de la matanza. Andrés también gritaba, pero de dolor, gritaba más que Matías, y así yo también gritaba para silenciar sus gritos de auxilio. Ya con Andrés casi muerto, me lancé sobre Matías que estaba petrificado sobre sus pies, duro como una roca. Intentó dispararme con su pequeña pistolita de agua, y yo escondiéndome tras sus inmovilizados pies, escapé de su mojada balacera y me puse detrás de él y comencé a dispararle allí, de pie, sobre sus pies, sobre su propio cuerpo; comencé a ejecutar su muerte, su desangramiento mientras afirmaba fuertemente su cuello, a punto de asfixiarlo, y él soltando su pistolita y soltando gritos de locura intentó escabullirse una, dos, e infinitas veces hasta que cayó en el suelo moribundo, a punto de convertirse en sangre, drogado por su propio placer.

Ya victorioso, mirando el cielo estrellado de nuestra noche púber, dejo mi metralleta a un lado y me tiro al piso exhausto.

Viene Andrés con un cuchillo y me apuñala fuertemente, sin aviso, sin gritos, sin sudor ni sangre; me apuñala una, dos, tres, cuatro, y veinte veces hasta que acaba muerto por la sangre que ha perdido, y yo, llorando por no haber ganado, apoyo mi cabeza en el suelo, miro al cielo, y recuerdo.

Recuerdo nuestros juegos escondidos en mi pieza, debajo de mis sábanas, con nuestras pistolas de plástico que nuestras madres nos cortaban.

Sunday, December 3

Hoy...

Siempre me ha gustado escribirme detrás de mis historias, detrás de mis palabras y detrás de mi cuerpo.

Siempre me ha gustado aparecer de alguna u otra forma, dentro de mis historias.


Hoy, me gustaría escribirme detrás de una nueva historia. Detrás de muchas más cosas que una historia, detrás tuyo, y detrás de nosotros.

Hoy, me gustaría escribirme, pero no puedo.

Hoy me escribo sobre el papel, sobre mis dedos y el lapiz, y sobre tus lágrimas.



Y mi desahogo ha sido el escribir, el narrarme en un historial relatando mi vida, que de a poco surge, sale, nace, crece y se reproduce con la luz de tu vista; me desahogo en metaforas, analogias y recursos que sé que comprendes, para esconder el mensaje-reproche que nunca esta de más demostrar y, aclarar.

Sin embargo ya estoy cansado de esconder y esconderme tras historias, tras escritos, tras pseudo-poemas, y tras un sin fin de palabras que nunca representan ni representarán mi vago deseo por cambiar-me y cambiar-te.

Hoy, deseo hacerlo de forma clara, entregando mis letras, sin recursos, a tu disposicion y a la de los que quizás leerán esto...



Me di cuenta, recién hoy, que no puedo sacarte de mi vida, que es casi imposible arrancar aquellos recuerdos, aquellos sentimientos y aquellas emociones cargadas de amor por ti. Es imposible crear una pared entre tu voz y la mia, y entre lo que sientes y lo que yo siento.

Me di cuenta, recién hoy, que no puedo dejarte ir porque unicamente nos molestan ciertas cosas el uno del otro, y me declaro culpable al no haber hecho mucho esfuerzo por intentar pensar más las cosas, incluso por no poner todo mi empeño en cambiar, en hacer hasta lo imposible por que siguieramos un camino feliz, lleno de alegrias más que de penas.

Me di cuenta, que te necesito y que sé que me necesitas, porque ya estamos, juntos, y quizás tengamos problemas, pero aún estamos, aún podemos sacar algo de ellos, salir adelante, dejar de lado muchas cosas que podemos dejar de lado, aprovechar lo hermoso que tenemos juntos, lo hermoso que podemos contruir, que hemos contruido y que podemos seguir construyendo juntos, tomados de la mano, como lo hemos hecho, y como quiero seguir haciendo.

Me di cuenta, que no quiero perderte, no quiero perderte, no quiero perderte, no quiero perder tu vida, no quiero perder tu corazón, ni tu amor, ni tu cariño, ni tus abrazos, ni tus besos, ni tus labios, ni tus lagrimas, ni tus dolores, ni tus penas, ni tus alegrias, ni tu crecimiento, ni tu cama, ni tus recuerdos, ni tus no-tan-recuerdos, ni tus imágenes, ni tus fotos, ni los videos, ni la playa, ni la arena, ni el viento. No quiero perderme la vida sin ti. No quiero vivir si no es junto a ti, quiero mirar la vida con tu perspectiva, con tu mirada al lado mio, comprandola, uniendola, sintiendola, abrazandola. Quiero vivirla.


Hoy, no quiero darme cuenta de que desprecié todo lo que pudimos haber hecho, si no que quiero darme cuenta de que aproveché y acepte los desafíos que se nos puedan seguir presentando, sólo porque te amo, sólo por las razones que ya dije, sólo porque no podría vivir algo que ya no puedo vivir sin ti.


Te amo... infinito!
y tu lo sabes. Sin embargo te lo diré hasta que mis labios se sequen, o hasta que deje de sentir, y creo que eso tardara bastante en pasar, porque no quiero dejar de sentir lo que siento por ti.


(Aún nos queda mucho por vivir, por hacer y por construir)

 
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