Sunday, June 17

(de un hijo, a un) PADRE

Y la luz me escondía, antes; ahora ya no es necesario.


Me cobijaba tras el espacio que nos distanciaba, bajo las sábanas llenas de palabras, de rabia y de dolor. Me cobijaba y me dolía, me producía asco el pensarme junto al perplejo momento/instante jugando a ser hijo, pensándome fuerte ante la tentación de volver a caer, de mirarme en el suelo arrastrado por el miedo. Me cobijaba tanto que me reprimí el verte, el hablarte y el dejarme llevar por el cariño, que nunca vi.

Y la luz me dolía, porque me escondía, y me dolía esconderme.

Ahora, sin embargo, no es necesario que exista luz, porque no es necesario cobijarme ni esconderme, ni argumentarme, ni excusarme, ni dejarme llevar por el miedo (que simplemente no está), no es necesario palabrearme cada vez que repito frases inconclusas, amargas, llenas de sabor dulce/salado sobre mi mente, ya no es necesario aquello, ni lo que pudo llegar con el devenir del futuro.

El ahora se presenta más tibio, más cálido y más cercano, ya no me da miedo jugar a ser hijo, porque me siento como tal; ya no juego, ya no intento, ya comprendo el porque de la rabia marchita sobre el papel del amor que nunca fue correspondido y el porque dejar de lado todo e intentar ser feliz sin nuestra compañía, ahora que crecí entiendo todo.

Ya no lloro sobre lo que una vez me hizo llorar, ya no tengo miedo sobre lo que una vez temí, ya no te dejo que me amargues la vida porque ya no deseas hacerlo y porque, si alguna vez lo hiciste, me sirvió.

Soy fuerte, y somos fuertes gracias a nosotros, gracias a tu actitud y a la mía contra la tuya, gracias a nuestras vidas como lo que somos y lo que ahora somos más, porque crecimos, los dos, y nos entendimos, nos hablamos, nos conversamos y, aunque a veces no sea todo claro, sabemos que no puede ser mejor, porque no somos amigos, no podremos nunca serlo, pero si sé que estarás siempre para apoyarme, para decirme lo orgulloso que estas de mi, para aconsejarme, para verme llorar, para verme tropezar y caer, y para ayudarme a levantarme, y quiero que sepas, que yo también quiero estar allí para eso, porque la vida aún no acaba ni a los treinta, ni a los cuarenta, ni a los cincuenta, la vida aún no se nos acaba.

La vida aún tiene más para los dos, y más para seguir compartiendo, porque no nos queda más que seguir compartiendo, como Padre e hijo.



Feliz día Papá

Te Quiero Mucho

=)

1 comentarios:

Bug said...

(L)

 
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