Sunday, May 27

Ella... llora

Y mi madre me llora. Me repite entre líneas que no la abandone y que no la deje sola, que no le amargue el camino y que no la asfixie con la partida. Pero yo le repito y le insisto y la callo y la ahogo y la mato diciéndole que debo irme, que no puedo amarrarme más a su casa, a sus decisiones y a su corazón débil. Le digo que yo no quiero sufrir, que no quiero verme morir en la mugre con su agonía, ni con la mía; quiero ser libre y partir, si no es hoy, nunca.

Y mi madre me llora. Me pide que no la deje sola en la lluvia y me pide a gritos que me devuelva, que camine hacia su corazón, que me detenga. Y me grita y se desespera y corre y me alcanza, y yo no me detengo, yo sigo y ella no puede hacerlo, no le quedan más fuerzas y se rinde, pero aún llora, y yo corro para no verla, me alejo, me voy, y le grito que debo, que debo hacerlo ahora. Y me escondo detrás de la sombra, para que no me vea ni sufra.

Y mi madre llora. Sola en su casa, sola y acompañada, porque el corazón no le alcanza, nadie le alcanza, sólo le sobra. Le sobra un millón de espacios en los que guardar, y que nadie puede llenar, ni yo jamás, ni nadie jamás, ni aunque vuelva a gritar ni aunque vuelva a vivir, nadie podrá llenar.

Y mi madre llora. Y sufre en la eternidad, y yo no me puedo arrastrar, con ella a la oscuridad. Yo no me puedo quedar por siempre atascado donde ella está, porque tengo que vivir y tengo que nacer y tengo que volver, y tengo que sonreír, tengo que amar, y tengo que sufrir y tengo que volver a amar y tengo que volver a sufrir, y tengo que morir sabiendo que no me quedé, atascado, aún, porque si no es hoy, es nunca.

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