Sunday, April 15

Te miraba a los ojos de vez en cuando, recordando en tu pupila aquellos momentos que no deseo recordar, pero por el deseo del dolor, lo hago. Y tu me mirabas de vuelta, gesticulando, diciendo cosas que a veces no leía, que a veces no escribía, y me perdía en tus ojos, y en aquellos paseos a la playa, al mar sobre nuestros dedos y nuestros pies. Me perdía en el amor que aún no dejo de sentir, y cada vez más, bajo el sol, me derretía. Porque estabas tan lindo, tan nuevo, tan escaso, tan lleno, tan ido, tan marcado, tan gustoso, tan ansioso; te veía marcando el paso de el camino, y yo llorando por dentro me desgastaba en palabras que no quería dejar salir, en caras que no quería poner, en miradas que a veces tentaban a que la luna apareciera, y el querer besarte no dejara de latir sobre mi.

Estabas tan lindo, que cuando me despedí, intenté mirar lo último que me quedaba de ti, intenté llegar a tu corazón con ese último abrazo, que se sentía tan calientito, como esos de antes, esos que nunca olvidaré, esos que quiero recordar, esos que quiero abrazar por siempre. Te miré y tú, te ibas, lejos, en un segundo, en una milésima de segundo, en un instante perdido en mi mente. Y ahora te recuerdo, no me queda más. Te recuerdo lindo bajo el negro de tu ropa, con el contraste de tus ojos sobre tu cara, y el de mis ojos sobre tus labios, sobre tu sonrisa, que no deja de enamorarme, cada vez que, te acercas, que te alejas.

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