Ya no me importa el futuro.
Las olas se llevan los pedazos de nosotros, lo que se dejó tirado,
Lo que va a la deriva, lo que a veces ama escasamente.
(Nadia Prado – Copyright)
Negar tu existencia y tus secretos sólo cuando en la noche las frazadas se hacen más pesadas y los ojos se cosen como si fueras a desaparecer cuando intentas abrirlos, y repartir mis manos, y bajar hasta que ahogue tu carne, y te haga parte de esta ceguera que me persigue incluso cuando tus labios comparten su saliva a los míos.
Negar tu existencia y tus palabras sólo cuando me dices que descubrimos el amor demasiado tarde, y que la vida se ha ido y que en las manos sólo encontramos las frías páginas de nuestros fragmentos y sus relieves, y sus lamidos sobre la piel, y su rigidez cuando sabes que nuestros encuentros son casualidades obstaculizadas por el aire y su presión en nuestros pies, haciéndonos pisar firme la tierra y no dejarnos escapar.
Negar tu existencia y tus roces sólo cuando necesito huir de tu recuerdo, y hundir mis dedos en otras voces y saber que puedo llegar a soñar en otras camas, con otros cuerpos y en otros cuerpos, cuando es implícito el deseo de volver a golpear mis llagas, de volver a cerrar esta herida y suturar las nuevas experiencias, las nuevas complicidades, cuando me has olvidado, y yo también.
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