El café sabía distinto;
no era necesario mirarte
para saberte en el sonreír
de tu rostro nuevo,
pálido/tímido.
El día sabía distinto;
con miradas sobre el hombro
y otras sobre mis ojos,
algunas perdidas en el intenso
rojo/burdeo/negro,
que luego fueron desapareciendo
con el aroma de la huída
y la necesidad de
perdernos.
Sé,
que tu rostro sabía distinto,
podía oler el aroma a distancia
del levantar de cejas,
del esconder las manos
y de mirar para afuera
viajando, a veces, fuera;
incluso dentro de las imágenes
frías/claras/oscuras
me gritabas,
y yo con el cielo, también.
Mi rostro sabía distinto;
hundido en el extracto solar
sobre nuestro caminar
que se desenvolvía
lento/rápido/lento,
cada vez más,
más agitado,
como si perdernos nos hiciera mal
y al ahogarnos nos cortaran el cabello,
de a poco,
triste e inútil;
nunca nos alcanzaron.
La vuelta sabía distinta;
aún con trozos de dulce en mi piel
y risas no pronunciadas,
risas marcadas y mal gestualizadas,
otras que nunca nombré
y unas que se partieron al ver el frio;
risas que fueron y sonrisas que murieron.
La vuelta sabía distinta
porque iba llena de recuerdos.
Friday, July 20
El aroma a día lleva recuerdos
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