-Tengo miedo- Matías escribe sobre el vidrio de su ventana, con saliva, con su dedo, con sus ansias de volver atrás y dejar escapar al viento lo que intenta vivir, y cuando la saliva se ha secado, su recuerdo muere, se lanza sobre el piso, pero intenta recuperarse y volver a escribir, a insistir sobre la invisibilidad del cielo que nunca más quiere volver a partir sobre esa necesidad de volar en las luces y escapar; se dice a si mismo que no quiere escapar, que escapar es saltar a un nuevo miedo, a ese miedo que no quiere volver a experimentar. –Tengo miedo – escribe Matías sobre el vidrio ya manchado por su saliva, ya marcado, y sigue, continua con el mismo patrón hacia la salida, hacia el escape, hacia un destino que esta más allá de sus brazos, más allá de sus posibilidades que le entrega el suelo. Pisa, firme, se cae, tropieza nuevamente, no puede más, sabe que debe saltar, sabe que no podrá, sabe que debe, aún así, continuar.